lerta, sí, porque uno de los encinares más grandes y hermosos de Navarra corre peligro de desaparecer. Su salud está más que perjudicada y no es precisamente por el coronavirus, aunque es ahora, cuando hemos ido a pasear por él, cuando nos hemos dado cuenta de la enfermedad que tiene y lo grave que está. Se trata del encinar de la sierra de Codés, desde Torralba del Río, pasando por Azuelo, mi pueblo, hasta llegar a Aguilar de Codés. Cientos de robadas pobladas con miles de encinos, muchos centenarios y otros más jóvenes, ofrecen un estado famélico que su color, ya desde lejos, nos dice que algo no va bien. Es ahora cuando los encinos están en flor y sus ramas se alargan estirando sus brotes, más cuando te acercas a ellos se observa que su color no es verde, es grisáceo. Su color no es verde porque no tiene hojas, se les han caído, y cuando a un árbol de hoja perenne se le caen las hojas, su defunción está cercana. Su color es grisáceo porque lo que se ve son sus ramas sin hojas, unos palitroques que auguran que su fin está al llegar, sus orondas copas verdes han sido sustituidas por esta maraña de ramas que se asemejan a los sarmientos de las vides cuando han de ser podados. Eso sí, los palitroques están poblados de miles de bolitas negras, que han sustituido a las bellotas, y que cuando las rompes ves que hay algo ahí que los profanos en plagas y enfermedades de las encinas no sabemos lo que es, aunque estamos muy seguros de que es la causa de su enfermedad.

Han de ser las instituciones gubernamentales de Navarra, bien sean municipales o autonómicas, con su Consejería de Medio Ambiente al frente y sus técnicos y guarderío, que para eso son profesionales del ramo, quienes han de suplir a los profanos en la recuperación de esta enfermedad. Nosotros, agricultores y cazadores de la zona, no podemos más que ofrecer nuestra colaboración y medios de que disponemos. Todos hemos de apresurarnos en acudir en auxilio de este encinar navarro antes de que sea demasiado tarde.

El pasado fin de semana alucinamos. El santuario de Codés, con todas sus campas aledañas y estacionamientos estaban a rebosar de coches, autocaravanas y autobuses venidos de todo Navarra, principalmente de Pamplona. Cientos de paseantes de esos que durante el confinamiento han descubierto lo sano que es pasear, y si es por un monte como el nuestro mucho más aún, se desparramaron por caminos y sendas del encinar; algunos, los más osados, hasta ascendieron al pico de Ioar; a nosotros, socios de la Asociación Santa Engracia de Azuelo, nos sorprendieron limpiando y reparando las fuentes que Azuelo tiene por el monte al que le dan carácter y ofrecen un trago de agua limpia y pura al senderista que se interna por él. ¡Cuántos navarros han descubierto este fin de semana la sierra de Codés con su santuario! De ello nos alegramos.

En beneficio de todos, habitantes de la zona y navarros que nos visitan, lanzamos este SOS para salvar este encinar navarro. ¡Ojalá no lleguemos tarde!