No se sabe si el cargo de portavoz supone una promoción o es la gota malaya a la que se le somete al/ la ministra con capacidad para ser la responsable de informar sobre lo tratado en el Consejo de Ministros. Tradicionalmente han sido portavoces quienes dan a conocer los acuerdos, pero las dos últimas son auténticas expertas en agitación y propaganda vendiendo humo. La actual, la sevillana Mª Jesús Montero, salvo su gracejo andaluz, tiene la habilidad de responder “manzanas traigo” a las, a veces, envenenadas cuestiones de los periodistas. Le es indistinto lo que se le plantee, pues ella se limita a desarrollar el guión que le ha preparado el equipo que le asesora. Más importante aún es la sensación que se deduce de sus intervenciones, pues no solo no contesta a lo que se le pregunta, es que si se analiza con detalle el contenido de sus intervenciones se puede comprobar que domina la técnica de describir principios generales que difícilmente se pueden refutar, pues son una sucesión de comentarios que se pueden encontrar en cualquier manual del buen portavoz. En eso Felipe González era un mago. Pero lo que no olvida aunque no se lo pregunten es destacar la correspondiente relación de fondos económicos que se crean para hacer frente al covid-19 que reitera una y otra vez que se ha presentado sin avisar. Quien la escuche no puede por menos de sentirse optimista, pues la manguera de fondos, tanto del Estado como de la UE, BCE o FMI se ha abierto, y parecería que se inicia una época de auge. A veces la explosión de verborrea se la salva el ministro Illa, quien es un ejemplo de seriedad junto al equipo de información sobre la pandemia, que a pesar de ocultar la gravedad de los datos referentes a España, ha aportado credibilidad y tranquilizado a la población que ha tenido que soportar la tremenda amenaza de la hecatombe que se cernía. El papel de histrión le está asignado al ministro del Interior, Marlaska..