En uno de mis habituales paseos me he juntado con un pastor y al preguntarle cuántas ovejas tenía me ha contestado: muchas€ 500 me ha gritado mientras me alejaba. Al oírle decir 500 he pensado si ese sería el número real de ovejas o como pasa en el número de fallecidos por la pandemia, "como son muchos...", da igual decir 27.500 que 45.000 mientras no te toque cerca la muerte de una de tus ovejas o la muerte de un familiar o persona cercana.Nunca había querido ser una oveja hasta hoy, ya que las he visto gregarias, siempre juntas sin personalidad, borregas, pero hoy me hubiera gustado ser una de esas 500 ovejas que no necesitan mantener distancia, no necesitan llevar bozal y pastan sin preocupación alguna por los campos, libres, a la única orden del buen pastor y del perro.También he querido ser un pájaro, un árbol, incluso una vaquita o un ternero€. Y de repente me ha dado vergüenza ser un ser humano, que después de estar 3 meses confinado y a sabiendas de que han muerto personas y no números, en vez de pensar en los demás, se dedica a tirar mascarillas, a no mantener distancias e incluso a reírse si le adviertes de lo que conlleva el retroceder a la situación de la que estamos previsiblemente saliendo.Por eso pido una vacuna contra el egoísmo: empezaría por vacunar a los políticos para que formaran el partido de la Unión, para continuar con los jóvenes que son la clave del futuro, para los ya no tan jóvenes como yo y por qué no también a niños y mayores.Ojalá la vacuna contra el egoísmo consiguiera acabar con la envidia y con la desigualdad y no necesitáramos que la economía primara a la salud cuando estamos queriendo salir de esta maldita pandemia.