a licencia de obras del campo de golf del pelotazo urbanístico de Aroztegia que nos hemos visto obligados a dar, si bien ha supuesto un jarro de agua fría a la mayoría social y política de Baztan en contra de dicho proyecto, no puede llevarnos a la resignación ni a la derrota.

Este era un momento que cabía esperar, toda vez que el PSIS, el plan de reparcelación y el proyecto urbanístico se han aprobado con el visto bueno de los sucesivos Gobiernos de Navarra liderados tanto por Yolanda Barcina como Uxue Barkos. Ciertamente, en lo personal y en lo colectivo resulta un trago muy amargo, porque las consultas populares realizadas en Lekaroz y en Baztan, y las mayorías del Ayuntamiento y la Junta General muestran muy a las claras el rechazo de las y los baztandarras a este proyecto.

Nos niegan la capacidad de decidir sobre un proyecto que va a condicionar el futuro del valle y nos vemos obligados por la normativa vigente a conceder la oportuna licencia de obras. Luego se extrañarán de la crisis de legitimidad que viven las instituciones, del desapego de la población a la política€ Curiosamente todo este desapego permite que la élite oligárquica se apropie de la legitimidad de las instituciones y los recursos que emanan de ella para reproducir sus interes de clase.

En cualquier caso, como decía al inicio no cabe resignarse. El permiso de construcción del hotel está en los tribunales, la adjudicación de las obras de urbanización también, el tema de la propiedad de la ermita lo mismo€ Todavía hay bastantes temas pendientes en instancias juciales.

Sin embargo, a estas alturas no somos ilusos, desde los tribunales, las consultas populares y las mayorías institucionales locales no paparemos este pelotazo. Como en tantas otras ocasiones el horizonte de lo posible, esto es, la posibilidad de hacer valer la voluntad de las mayorías sociales y populares se logra en la calle. Es necesario que la voluntad social mayoritaria ninguneada por el Gobierno de Navarra se materialice en lo concreto con la paralización del proyecto, a través de una oposición renovada, cotinuada y constante. No podemos dejar que los intereses económicos de una élite incrustada en los lugares de decisión del Gobierno hipoteque nuestro futuro. Hay que lanzar un enérgico pulso social.

Estas últimas décadas estamos asistiendo a una reordenación brutal del territorio que entre otras muchas consecuencias está conllevando la desestructuración del medio rural y su sometimiento a las dinámicas de reproducción del capital. Así al mismo tiempo que gran parte del territorio vive un vaciamiento demográfico, ese mismo territorio se convierte en objeto de deseo para la extracción de minerales, monocultivos y macrogranjas intensivas de todo tipo, trenes de alta velocidad, pantanos, canales€ La implantación de estas actividades redunda en una mayor desestructuración de los territorios afectados hipotecando el futuro de las personas que viven en ellos. Al mismo tiempo que la precariedad vital y laboral se extiende a todos los niveles.

Así, junto al no rotundo al proyecto de Aroztegia tenemos que construir una agenda rural de alcance estratégico que permita unos territorios rurales vivos en una lógica de transición social y ecológica. Eso pasa por establecer límites a las macrogranjas que impiden la producción agrícola y ganadera de pequeña escala, por aprobar de una vez un decreto que desarrolle la ley de venta directa y deje a las y los baserritarras, que así lo deseen, elaborar sus productos; hay que cambiar de una vez la ley que regula los PSIS y permite la total discrecionalidad del Gobierno de Navarra en cualquier proyecto que afecta a los municipios; hace falta una ley que proteja al pequeño comercio, una revisión en profundidad de la PAC€

Por eso, no es hora de desfallecer. Diecisiete años de lucha contra el proyecto no lo permiten. Se trata de pararse un instante, alzar la vista, entender el momento, respirar hondo y retomar el camino. Las causas justas merecen la pena. Aroztegia geldituko dugu.

El autor es alcalde de Baztan