En muy poco tiempo han ido aconteciendo en España noticias que, no por esperadas, han sorprendido su contenido a propios y extraños, moviendo emocionalmente a la sociedad hasta el punto de incidir en sus convicciones, haciendo un vuelco en todo lo que en el 1979 se pactó en una Constitución que a día de hoy ha quedado vieja y desfasada al topar con la realidad ciudadana en cuanto a quererla actualizar a los tiempos que vivimos.Los hay que la quieren inamovible porque les da una seguridad heredada de El Pardo y no quieren perder aquello del “atado y bien atado”, y otros, yo diría que la mayoría del pueblo, quieren eliminar sus ambigüedades y blindar unos derechos que hoy no se cumplen, beneficiando sólo a una minoría “privilegiada”.Como aún seguimos en este proceso renovador, y la obstinación de aquellos que ganaron la guerra del 36-39 quiere perdurar para no cambiar nada, se mueve insistentemente un espíritu independentista que quiere acabar con aquel pasado, dando carpetazo al asunto, o con una república española (como la que hubo antes de Paquito) o la que prefiere la ciudadanía con sus íntimos nacionalismos.