Tales actividades armonizan en cuanto a la idea de realizarse en casa, pero difieren en detalles propios. Creo que, a raíz del confinamiento, ambas situaciones despertaron mucho entusiasmo en los participantes, pero eso no fue óbice para que, también, unos y otros expresaran sus temores o mantuvieran su pronta adhesión incondicional hacia ellas.En cuanto al trabajo en el domicilio, las ventajas consisten en ser dueño absoluto del horario laboral y en la comodidad de llevarlo a cabo en pantuflas y pijama, sin salir del dulce hogar, y a resguardo del tráfico vial o de quedar exprimido como un limón en el metro tras abrirse paso a estrujones para llegar puntual a la oficina. Los contratiempos provienen de no regular los costes de material y no coordinar el quehacer profesional con las tareas domésticas y las obligaciones familiares o sociales impuestas por uno mismo, según el ejemplo de la expresión latina: “Age quod agis”; es decir, haz lo que haces. En cualquier caso, se trata de un confinamiento particular en el que median un mayor autocontrol del trabajador y un nuevo giro directivista del patrón para, sin dar órdenes, lograr un empleado más creativo. En el plano de la educación, la idea de una enseñanza virtual sistematizada pareció seductora, al menos en un primer momento, porque el rápido ritmo de evolución del saber daba al traste con la imagen de una formación escolar, puesta hoy en entredicho, para sustituirla por otra instrucción online que, con su poder de penetración en los lugares más apartados, se convierta en la única fuente de conocimiento.Pero no hay que olvidar que el ordenador no es un instrumento para suplantar sino para servir de exponente al profesor, el cual, con voluntad de enseñar y con conocimientos suficientes, despertará sueños y juzgará fallos de adolescentes en el período más decisivo de sus vidas.