Los bares deben cerrar a las dos de la madrugada, mientras las máquinas expendedoras permanecen abiertas las 24 horas. Es a los bares a los que se les tiene en el punto de mira en caso de incumplimiento de normativa, de distancias, de gel y de mascarillas. Es sencillo: dan las 2:00, hora de cierre; al fin y al cabo las normas son para cumplirlas -(al habla la policía)-.Y es ahí donde una marcha de jóvenes al deseo de “que no pare la juerga” deciden, si no lo habían hecho horas antes, bajar a las máquinas de vending donde nadie -absolutamente nadie- está en el punto de mira. Es ahí donde el gel brilla por su ausencia, las distancias se vuelven nulas y las mascarillas un colgante a la moda bajo la barbilla. Entre tanto: gritos, risas y golpes a las máquinas; haciendo imposible que a quien por factor de suerte le toque cerca (indistintamente de ventanas cerradas o abiertas) no pueda planchar la oreja. Entre tanto, llamadas a los municipales, quienes patrullan un viaje por la calle y al grito de: “¡Eh, que vienen los munipas!”. Todo el mundo se separa, se ponen mascarillas, bajan el volumen y como siempre: “Aquí no ha pasado nada”.Ya, por fin, a las seis de la madrugada, como tónica general, la peña se ha cansado y cada uno se va para su casa. A eso de las siete, llega el dueño a reponer; todo está tranquilo, el dinero en cada máquina, eso es lo que importa. “Aquí no ha pasado nada”. Ayuntamientos, Gobierno de Navarra, son muchos los pueblos que se encuentran en esta situación impotentes ante el sinsentido de locales y situaciones como estas. Los bares en el punto de mira… ¿Y los dueños tras las máquinas? Descansando en su casa, lejos de unas.