A través de este escrito queremos dar a conocer ante la opinión pública la indignación que estamos pasando en el Caidis Valle del Roncal, en Pamplona. Un centro de atención a la discapacidad donde la ANADP (Agencia Navarra para la Dependencia y Desarrollo de las Personas) va a invertir 2,6 millones de euros en reformar el edificio. Pero lo que hay que reformar y, sobre todo, reforzar son las condiciones que tenemos en el aspecto laboral que dejan bastante que desear. Todos los esfuerzos por mejorar en nuestras condiciones de trabajo se han esfumado por obra y gracia, tanto del Gobierno de Navarra (ANADP) como de la empresa Domus Vi. En el turno de noche, de un plumazo, nos han reducido la posibilidad de efectuar una conciliación familiar en condiciones. Tenemos una jornada laboral, sin personal médico, donde tomamos decisiones de gran responsabilidad y nos hemos sentido en ocasiones abandonadas a nuestra suerte viviendo situaciones de agresividad verbal y física. Tenemos que resolver situaciones de mucho estrés, y más en esta pandemia tan agresiva con contagios cada dos por tres donde el miedo y la ansiedad campan a sus anchas. Es nuestro trabajo el atender a la población usuaria del centro y también nuestra vocación, pero no por eso tenemos que decir "amén" a todo lo que nos digan en lo referente a nuestras condiciones de trabajo. Nos han impuesto un calendario, nos han quitado días de libranza en fines de semana para disfrute y descanso nuestro, ¿dónde está la conciliación familiar que defiende la empresa Domus Vi? Se esfuman unos derechos que nos ha costado muchos años el conseguir, y lo peor es que han querido callarnos en nuestras propuestas. Al igual usuarios, igual cuidadoras. La situación se va a resentir, querámoslo o no, ya que con el personal que estamos la calidad no va a ser la misma. Las ganas de tener a la planilla contenta y con unas condiciones dignas en ningún momento lo cumple la empresa (Domus Vi). A todo esto hay que añadir el plan que pretende el Gobierno de Navarra con sus pretensiones de dotar una mejor calidad de vida en los usuarios con una atención centrada en la persona. El papel lo aguanta todo, pero en la realidad de cada día nos vemos imposibilitadas en ofrecer un trabajo digno cuando se nos han impuesto unas condiciones malas, no se nos ha escuchado, hemos sufrido un estrés descomunal en la atención a los usuarios y una angustia desmesurada que no nos merecemos. Parece ser que la plantilla de noche no cuenta al ser un número muy insignificante de trabajadoras.