ace ya más de 15 años que comenzamos a estudiar la flora del monte Ezcaba. Empezó en forma de aventura personal, aunque poco a poco se fue incorporando más gente al proyecto. Primero nos llegó la intensa actividad del gran botánico Germán Rodríguez, que hace más de 30 años fue un auténtico pionero y pudo identificar 420 especies. Luego, con el tiempo, otras personas amantes de la naturaleza aportaron su granito de arena en función de sus posibilidades, y así hemos llegado a inventariar unas 610 especies, entre las que todavía nos faltan unas 26 del catálogo original de Germán. Aun así, estas 610 corresponden al 21% de todas las especies vegetales localizadas en Navarra. A esto, gracias a los trabajos de Jon, habría que sumar la presencia constatada en el monte de 210 especies de mariposas.

Todo esto forma parte de una actividad que, lejos de concluir, nos sorprende con nuevos descubrimientos: si hace un par de años el listado de Germán parecía imposible, hoy ni imaginamos dónde está el límite.

Y es que hay que comprender que el monte no es algo estático. Se sabe que Ezcaba llegó a estar cubierto por un denso bosque. Sin embargo, hace unos 100 años sus laderas, sobre todo la sur, se cortaron a matarrasa. Ello propició un aumento de los cultivos, especialmente la vid.

Algún tiempo después, a partir de los años 30 del siglo XX, comenzaron las plantaciones madereras con los criterios de la época; así, se plantaron pinos como el negral, el albar o el carrasco o experiencias con otras especies de las que aún se conservan rodales como cedros o cipreses exóticos. Estas especies, en su mayoría foráneas, no generan bosque, aunque algunas veces las plantas que conforman el bosque original se permiten un poco de espacio a sus pies.

Pero con el paso del tiempo muchas cosas han ido cambiando. De este modo, una gran parte de lo que es hoy el quejigal y el carrascal de Ezcaba se debe a que se le dejó evolucionar libremente. De manera semejante, los usos agrícolas y pastoriles también se han ido abandonando, a pesar de la gran labor que hace una buena gestión del ganado por el estado y la diversidad del monte.

Para mejorar este estado general, se han realizado algunas actividades en la zona de las plantaciones de pinar. En ellas, se han efectuado clareos en los que se ha buscado potenciar la vegetación autóctona, y en última instancia el bosque, mediante corta selectiva de los pinos, permitiendo que se conserven algunos árboles viejos y la luz llegue al suelo para facilitar el crecimiento de especies arbóreas que preparan el paso para la transición al bosque: carrascas, robles, quejigos, serbales, arces, sauces, hayas, tilos, € son algunos de los beneficiarios. Ayuntamientos como Berriozar fueron pioneros en esta reversión y han marcado pauta a la que otros se han unido. Además, se han ido realizando algunas plantaciones de árboles y arbustos autóctonos propios del monte por parte de diferentes ayuntamientos, e incluso grupos sociales buscando con ellas la participación de la ciudadanía. Asociaciones como Basoberri, motivados por esta inquietud, recogen bellotas y otras semillas en otoño y luego en invierno-primavera se siembran haciendo partícipe a toda la población de la cuenca y aledaños.

Pero el estado natural de un monte humanizado no es potenciar un solo tipo de paisaje, al contrario, la mayor diversidad se construye mediante paisajes ricos en estructuras y ambientes. Por eso abogamos por un paisaje en mosaico, donde parcelas de muy diversa índole entran en contacto con las vecinas, y entre todas ellas destacan los pastizales y praderas, elementos imprescindibles del paisaje que únicamente son mantenidas de forma viable mediante un uso cuidadoso del ganado. A día de hoy, solo un número muy limitado de ovejas y vacas pacen en el monte, lo que da lugar a una pérdida de este tipo de entornos. Habría que potenciar más este tipo de forma de vida.

Por nuestra parte (grupo de flora del monte Ezcaba) nos hemos unido a la labor que personas de diferentes ámbitos han ido realizando; organizando visitas guiadas, charlas, varios libros, algún panel informativo, una pequeña ruta botánica...

Esperamos, con el apoyo del futuro Parque Comarcal Ezcaba, mediante todos los agentes posibles se siga fomentando el valor naturalístico y paisajístico del monte.

A día de hoy, y en plena pandemia, nos parecería interesante seguir promocionando los valores naturales del monte para que en sucesivos años se puedan seguir realizando visitas guiadas, charlas, realizar algún cuento infantil, libros de actividades€ o lo que se nos pueda ocurrir para que se siga hablando de sus plantas y su sabiduría popular para que se conozcan, se respeten y con ello aprendamos a amarlas.

Por ello, es nuestro deseo ponerlo a disposición de los diferentes ayuntamientos, asociaciones y particulares para facilitar la compresión y la valoración de este tesoro oculto a la vista de todo el mundo.

Y el grupo de flora del monte Ezcaba