oy vecino de la calle Navarrería desde el año 1973. No albergo animadversión alguna hacia el gremio hostelero, pero sí hacia la saturación de bares y las consecuencias que, derivadas de esto, se han apoderado de nuestras calles en los últimos años. En concreto desde 2006, cuando bajo el subterfugio de revitalizar el Casco Antiguo se abrió la veda para la apertura de nuevas cafeterías que funcionan como bares.

Por el presente escrito desearía expresar mi total y absoluto desacuerdo con la propuesta realizada por cinco bares para la instalación de terrazas en la plaza de Navarrería.

Actualmente toda la sociedad, insisto toda, está afectada por una situación de emergencia que los poderes públicos deben atender con ayudas del tipo que corresponda en cada caso. En mi opinión la hostelería no debiera ser una excepción, pero tampoco una privilegiada. Según declara el Gobierno de Navarra, se han establecido ayudas para la hostelería en tres niveles: medidas que alivien las cargas impositivas, los ERTE y partidas en ayudas directas que, si no me equivoco, ascienden a más de treinta millones de euros, siendo la comunidad autónoma que más aporta de todo el Estado.

Hace años que la vida ordinaria del barrio resulta condicionada muy negativamente por diferentes aspectos: ocupación de la vía pública, botellones, despedidas de solteros con charanga, dificultad de acceso a los portales, ruidos, suciedad, músicas a multidecibelios…, siendo la más grave y denigrante la marcha obligada (exilio) de personas que no han podido soportar los excesos que se derivan del ocio salvaje.

Si las cuentas no me fallan en la estresada plaza de Navarrería existen actualmente ocho bares con sus correspondientes terrazas de mesa alta. Instalar cinco nuevas terrazas con mesas y sillas en base a la situación que la covid ha originado no debería hacerse en ningún caso a costa de la salud y la calidad de vida del barrio, bastante deteriorada por cierto.

Afirmar desde Seguridad Ciudadana, en un escrito exclusivamente dirigido a los vecinos de la plaza, que de este modo se evitaría el botellón suena a tomadura de pelo que pretende matar dos pájaros de un tiro… y todos contentos. También dice que no habrá música en las terrazas. Ni falta que hace, ya la escupen algunos locales de manera superlativa.

Me pregunto si ahora que en el interior de los bares se permite un aforo del 30% las terrazas desocuparán ese mismo porcentaje que ya no sería necesario utilizar.

¿Acaso el problema aparte del covid no estará en el número excesivo de establecimientos y que la teta de la vaca no da para todos?

Ayuden a la hostelería y a todo aquél que lo necesite, pero no nos pongan las cosas más difíciles todavía. Gracias.

P.D. La ciudad comienza a parecer el campamento de Miramamolín. Hablo de las nefastas jaimas.