arece que se ve algo de luz al final del túnel, después de un año y medio de pandemia que ha dejado patas arribas el mundo entero. Desde la Red Navarra de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social y las entidades que la forman hemos visto cómo esta crisis sanitaria, pero también social, ha afectado con especial crudeza a las personas más vulneradas y precarizadas, para las que parece que aún no llega el fin porque están sufriendo duramente las consecuencias.

Quienes trabajan en lo social han sido esenciales para todas estas personas durante este año y medio. En los inicios de la pandemia la mayoría de las entidades decidieron abrir, atender presencialmente, ya que en estos momentos tan complejos era necesario mantener el contacto directo y atender las necesidades de las personas más vulnerables. Esta pandemia está dejando muchos damnificados y daños colaterales, más allá de la propia enfermedad. La covid-19 ha evidenciado, una vez más, las grandes brechas de la desigualdad presentes en nuestra sociedad. Muchas personas que también fueron esenciales por sus trabajos, siendo paradójicamente los más precarizados y mayoritariamente feminizados, como son las cajas de los supermercados, los servicios de limpieza, los servicios a domicilio o los cuidados de personas.

No nos hemos olvidado en ningún momento de las personas que están detrás de todo esto, las más vulneradas y que necesitan una especial protección. Las personas que sufren exclusión social tienen más posibilidades de contagiarse por covid-19 y, en caso de hacerlo, tienen más posibilidades de necesitar cuidados intensivos.

Los factores sociales afectan claramente a la salud, y con mayor frecuencia las personas excluidas sufren enfermedades graves o su bienestar se ve mermado. Muchas de ellas, a pesar de esta situación, incluso compartiendo un mismo recurso residencial, no han sido contempladas como prioritarias a la hora de ser vacunadas, ni tampoco están recibiendo la información a este respecto. Muy especialmente poner el foco en las personas que, por su condición jurídico-administrativa, quedan fuera de la sanidad pública. Existe el compromiso desde la Administración para la vacunación de éstas, pero recordemos que seguirán sin un reconocimiento pleno del derecho a la asistencia sanitaria.

Las entidades sociales sacaron músculo para acompañar a estas personas, sin equipos de protección, sin medios y sin información suficiente. Muchas veces se ha nombrado la esencialidad para calificar quiénes sí debían seguir saliendo cada día a trabajar, poniendo en riesgo su salud, ante una pandemia desconocida. Nos preguntamos, ¿dónde ha quedado ese reconocimiento, por ejemplo, cuando se han hecho los listados de la vacunación? La vacunación puede ser solo un hecho puntual, pero que vuelve a afirmar que lo esencial no ha obtenido la respuesta y el reconocimiento necesario.

Recordamos que esas personas que no están siendo prioritarias, en la mayoría de casos, en un momento en el que el aumento del número de vacunas y los avances en la vacunación de personas bajo criterios de edad y colectivos profesionales podrían permitirlo. Pero que, a pesar de todo, ellas siguen estando en primera línea, atendiendo presencialmente y, en algunas ocasiones, en actividades con gran riesgo, como es el caso del albergue de personas sin hogar de Pamplona.

Es necesario equiparar esencialidad con reconocimiento que se traduzca en medidas reales, como la priorización de su derecho a decidir ser vacunadas. Si el tercer sector ha sido y es esencial, entonces por qué no se les está dando la importancia que debería.

Nos preocupa que las personas con alta vulnerabilidad social no sean vistas en una situación tan compleja. Nos preocupa que nos hayamos vuelto a olvidar de cuidar a quienes cuidan. La salud de una persona es la salud de todas y debemos garantizarla.

Comisión permanente de la Red Navarra de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social: Alberto Urteaga, Lydia Almirantearena, Jon Echeverría, Ricardo Hernández, Ángel Pardo, Ramón Navarro, Myriam Gómez y Julio Vidaurre

Esta pandemia está dejando muchos damnificados y daños colaterales, más allá de la propia enfermedad