eo en su periódico una amplia reseña sobre la presentación de la Feria del Libro que se celebra estos días y repaso detenidamente las actividades que los libreros de Pamplona han programado. Por más que releo la lista de medio centenar de escritores invitados a presentar y firmar no encuentro ningún criterio objetivo que avale la selección. Y voy al grano. Si se hace balance del año literario, en los últimos doce meses solamente un autor navarro ha obtenido un premio de literatura de ámbito nacional, de categoría y prestigio incontestables. Y ni él ni su libro están presentes en la feria, como parecería lógico.

Perdonen la inmodestia, a lo Umbral, pero el escritor a quien los libreros pamploneses han obviado es quien firma esta carta, ganador con Budapest. Un silencio atronador del Premio Lope de Vega de Teatro, el más antiguo, reconocido y valorado de literatura dramática en España. Se falló en diciembre y el libro se publicó en marzo. Como su periódico dio profusa información de ambos acontecimientos, lamento ser yo quien le advierta que, a lo que se ve, los libreros pamploneses no leen la prensa.

En realidad, no me extraña. A punto de editarse Budapest, me recorrí varias librerías pamplonesas para anunciarles el hecho y la presentación pública que iba a tener lugar en pocos días, con el objeto de que solicitaran algún ejemplar para no perder la venta por impulso que sin duda se iba a generar, como así sucedió. Fue decepcionante. Todo fueron pegas o excusas. Uno, que se vende como alternativo, ni sabía de la existencia del Lope de Vega ni de que un navarro había ganado el premio, ni tampoco conocía la prestigiosa editorial de teatro Artezblai. Ahí me di cuenta de que venden libros como podrían expender tripicallería o coloniales, pues su conocimiento del paño que manejan es cualquier cosa menos riguroso. Dos honrosas excepciones, Walden y Miriam, que finalmente se han repartido las ventas de Budapest en Pamplona, que no han sido pocas.

A mí, que los libreros locales ninguneen un libro prestigiado con un galardón que ningún otro navarro ha obtenido me da ciertamente igual. Ya me encargué yo de hacer llegar el libro a quienes me lo pidieron y otros muchos interesados saben donde localizarlo en Internet. Esas ventas que perdieron. No les deseo ningún mal, pero tampoco les auguro un gran futuro, visto como conducen sus negocios. Eso sí, que por favor luego no nos den la murga quejándose de plataformas que les roban clientela. Quizá deberían dedicar ese tiempo de lamentos a combatir la incuria con la que se manejan.

Si escribo la carta es porque el Departamento de Cultura ha subvencionado con 30.000 euros la Feria y es evidente que entrega el dinero de nuestros impuestos sin criterio, exigencia ni control. Ni garantiza la presencia de los autores locales con título reciente ni promociona la bibliodiversidad (es triste cómo tratan nuestros libreros la literatura dramática) ni mucho menos promueve el rigor y calidad.

También he leído que varios partidos políticos han protestado porque el Ayuntamiento de Pamplona, por lo visto, no ha subvencionado la Feria. En su queja no aluden a la falta de criterios objetivos evaluables en el reparto de fondos públicos, que es lo que uno ingenuamente piensa que debería preocuparles. Se ve que cuando se refieren al libro, lo hacen con mala conciencia. El zafio parloteo con el que nos castigan a diario a los ciudadanos de a pie demuestra que leer, lo que se dice leer, apenas nada.