Posiblemente el porqué de estas líneas se llame decepción y desahogo. Pero también deseo que estén llenas de optimismo y esperanza.Las noticias de insensatos viviendo desde el egoísmo hace natural una actitud de impotencia y hace cuestionar hasta qué punto es meritoria nuestra responsabilidad. Es decepcionante ver que una considerable parte de la juventud cuente con una memoria cortoplacista de esta situación que llega a insensibilizar y a anestesiar la conciencia, dando la espalda a la realidad actual. Una realidad actual, semejante a un castillo de naipes que no se puede sustentar con los deseos de descontrol por parte de algunos jóvenes.La flexibilización de las medidas ha traído consigo una libertad distorsionada plasmada en comportamientos que camuflan el esfuerzo que ha hecho gran parte de la sociedad. Ese binomio salud-economía logrado por unos muchos ahora queda amenazado por falta de coherencia de unos pocos. Sin embargo, no hay duda de que la mayoría de la población (muchos jóvenes) está remando para que esta sociedad llegue a buen puerto. Ese puerto que será la alegría de cuando podamos disfrutar de las peñas, de los almuercicos, de los fuegos y de todo lo que es Pamplona. Ojalá que no mermen nuestras fuerzas por seguir cuidándonos y respetándonos para que esto termine cuanto antes.