La fertilidad del suelo es fundamental para que las plantas puedan obtener un hábitat adecuado para la vida. Al igual que las plantas, las personas necesitan una base fértil para transformar la información en conocimiento. Un proceso complejo ante un ecosistema informativo en que las noticias llegan como bombas de racimo. Aprender a aprender nunca fue más relevante. Desempolvando ese rincón de la memoria donde se encuentra nuestro pasado estudiantil, habrá algo parecido a una definición de fotosíntesis. Quizás recordemos que las plantas se alimentan del suelo absorbiendo agua y sales minerales, y que mediante la energía que les proporciona la luz, la materia inorgánica se transforma en orgánica. ¿Qué sucede si nuestro suelo no es fértil? La vida tendrá dificultades para expresarse. Será un hábitat empobrecido debido a la falta de nutrientes y probable presencia de sustancias tóxicas. ¿Es un proceso de fotosíntesis fallido el responsable de que 3,64 millones de personas hayan votado a un partido homófobo, racista y que manipula la historia? Un partido cuyo sustrato ha sido la mentira y el odio. Un partido cuyo líder señala y pone en una diana al responsable de una editorial cuya revista satírica le incomoda mediante el humor: arma democrática por excelencia y termostato del nivel de apertura de una sociedad. Modos de actuar más propios del Tercer Reich para el tercer partido de España: la diana. Estrategias basadas en el odio con líderes espirituales como Orban y Lukashenko, para quienes la mordaza no es una metáfora. ¿Qué tipo de sustrato tóxico inhabilita a millones de individuos para el desarrollo de una conciencia empática? ¿Se trata acaso del abandono total por parte de los gobiernos de una educación que apueste por la alfabetización informacional y la humanística? Es decir, del abandono de la educación en sí misma. Son preguntas que algunos nos haremos sin encontrar respuesta, como tampoco la encontraremos para la ilimitada catarsis de locura que nos muestra El Caso cada día. ¿Podemos ser acusados de maniqueísmo quienes nos hacemos estas preguntas? No debería ser así, si aceptamos que cada uno de nosotros puede llegar a ser víctima de cierta retórica indeseable que intente adulterar nuestros nutrientes y atacar nuestro sistema de defensa; sin importar credo, religión o filiación. Son las herramientas de captación utilizadas por las sectas y es lo que alimenta frecuentemente la retórica política en el Congreso de los Diputados. Recordemos que la primera agencia de publicidad fue la Iglesia Católica, secta que dejó de serla cuando se volvió popular, y cuyas técnicas publicitarias adquirieron casi por ósmosis algunos asesores políticos modernos, incapaces de mejorar lo que ya era brillante: el uso del miedo y la mentira.