uestra sociedad es un universo amplio, formado por personas diversas, brillantes, individuales. Intentamos educar en igualdad, intentamos educar a personas valientes, críticas y generosas. Enseñar es una de las tareas que tenemos las educadoras, porque para enseñar se requiere saber, y ahí está la cuestión, porque la acción principal de todas las educadoras es educar, y para eso no basta con saber, para eso es imprescindible ser.

Cómo defender lo indefendible, cómo hacer coherente lo carente de lógica, cómo ser crítica mostrando indiferencia ante acciones o normas que no tratan a todas las personas por igual.

Por lo que conozco, en el Universo visible, Einstein y varios científicos hablan de leyes físicas universales que se cumplen en todos los confines del mismo. Esta norma se rompe cuando hablamos de agujeros negros, allí parece que la densidad es tan grande y la materia está tan concentrada que esas leyes físicas son absorbidas por éste.

En nuestra sociedad se hacen muchas leyes, a aquellas personas que las diseñan les gusta hablar de coherencia, se llenan los labios con la educación crítica e igualdad, nos cuentan que las leyes son iguales para todas, que son universales, detengámonos un momento a reflexionar, eso no es así, para muestra este botón.

Artículo primero. Modificación de la Ley 2/2021, de 29 de marzo, de medidas urgentes de prevención, contención y coordinación para hacer frente a la crisis sanitaria provocada por el covid-19. El artículo 6. El uso de máscaras es obligatorio.

1. Las personas mayores de seis años deberán utilizar máscaras en los siguientes casos:

A) En cualquier espacio cerrado de uso público o abierto al público.

B) En cualquier espacio al aire libre, cuando la aglomeración de personas impida que la distancia mínima entre ellas sea de 1,5 metros, excepto los grupos de convivencia.

Todas sabemos que no nos han obligado a llevar mascarilla en las piscinas y parques abiertos, donde nadie podía garantizar distancias de 1,5 metros entre los no convivientes.

Todas hemos visto cómo hemos ocupado las terrazas de los bares-restaurantes y llenado las calles, lo hemos hecho con tranquilidad, responsabilidad, libres de obligatoriedad de uso de mascarillas, pudiendo disfrutar entre caras amigas. Han ido disminuyendo la rigidez de las medidas y se ha intentado mostrar la tolerancia que requiere la situación a favor del bienestar emocional.

He aquí la cuestión, el agujero negro de la sociedad, el momento en que desaparecen las leyes universales: Los centros escolares navarros.

Educación obliga a llevar mascarilla en los espacios abiertos de descanso y juego que hay en los centros de nuestro alumnado. Alumado joven y vivo, con mucha necesidad emocional. Se obliga a su uso aunque en esos espacios haya profesorado competente, aunque en dichas áreas es posible mantener las distancias mínimas de 1,5 metros entre los no convivientes.

¿Cómo se puede defender esto ante los alumnos? ¿Cómo puedo decirles que a este lado de la puerta estan obligados a llevar mascarilla y al otro no? Esa libertad emocional que existe en la sociedad es también la que necesita nuestro alumnado, individuos heroicos y admirables que, aislados mirando hacia adelante en las aulas a menos de 1,5 m. de distancia, permanecen 6 horas seguidas. ¡Aprendices inocentes que están hacinados en clases de ratios de 20 a 30 alumnos!

Llevar la mascarilla en los espacios interiores y aulas del centro podría ser defendible si no profundizamos en el debate sobre los ratios (esto nos daría para largo). Pero es indefendible forzar el uso de la mascarilla en esos 30 minutos escasos que disponen al aire libre. Para verse las caras, para reírse, para jugar juntos, para tomarse agusto el almuerzo.

Familias, amistades, profesorado de los centros escolares y equipos directivos, ¡llenemos el Departamento de Educación de instancias para que los centros escolares no sean agujeros negros, sino las casas de la libertad, de aprende a ser y del saber!!!!

La autora es profesora de Biología del Instituto Askatasuna