Para muchos de nosotros un partido de Osasuna en el Sadar no se limita a entrar al campo, ver el partido y volverte a tu casa. En mi caso concreto, el fútbol empieza en la previa, donde te juntas con tu gente para tomar algo antes del partido. Este último partido me dirigí al bar donde habitualmente llevo a cabo esta práctica, ¿cuál fue mi sorpresa? El bar estaba lleno hasta la bandera y salía una fila de personas por fuera del bar hasta la acera de enfrente, en el bar de al lado más de lo mismo y en la tienda de alimentación de la esquina también. Después de 28 años bajando al Sadar, jamás había visto algo parecido. Al parecer, el Departamento de Salud del desgobierno de Navarra ha pedido el favor al bar Txoko del Sadar para que cierre los días del partido. Es decir, el bar que más y mejor está preparado para albergar a multitud (grandes ventanales para servir en la calle, inmensa terraza, interior super amplio) cierra por voluntad de nuestros dirigentes, con la lógica consecuencia de que el resto de locales multiplica por cinco su habitual aforo. Si esto es una medida para frenar los posibles contagios que venga Dios y lo vea. ¡Al final entré al campo sin echarme una cervecita, a gusto! Ya en el campo las sandeces del covid siguen presentes, ya que me puedo beber un botellín de agua, pero no una Coca Cola o un café. Por supuesto, prohibidísimo comer un bocata, ni que fuese el Sadar un espacio al aire libre como la terraza de un bar... Cosas del covid y de algún pensador que se le ocurrió esta gran medida para salvar a la humanidad. Entiendo que Sabalza y su banda solo bebieron agua en el palco. Después del partido, en vez de subirme al coche a comerme un atasco escuchando la radio, prefiero tomar algo. Fui a un local cercano adonde aparco el coche, pero no me sirvieron nada. No había mesas libres. Le pedí una lata de cerveza y un café para llevar, pero la cerveza no la pueden dar para tomar fuera del local, el café sí ¡vaya usted por dónde! ¿Será por si me voy de botellín con mi latica de cerveza? Pues nada, nos vamos sin tomar nada. Cuando llego al coche me encuentro un boleto de la tómbola. Una sanción de 60 euros impuesta por los udaltzaingoas. Evidentemente estaba mal aparcado y con la ley en la mano es justa la sanción. Lo que pasa es que llevo aparcando ahí casi diez años cada vez que bajo al Sadar, y hasta la fecha nunca me había pasado. Es un paseo menos transitado que la calle Salsipuedes de la parte vieja, pero bueno, una vez más los gestores de la seguridad ciudadana nos salvaron la vida. Por cierto, podían haber hecho un parking subterráneo debajo del Sadar para los socios que vienen de los pueblos en primer lugar y para el resto si sobrasen plazas.Para colmo, ya que no nos dejan comer en el Sadar, (¡ánimo Javi!) y con los horarios de mierda que nos impone Tebas, el estómago ya no podía más. Fui a una pizzería de la Milagrosa que han abierto nueva, le pedí una pizza para llevar y el camarero me dijo que me tenía que meter en la web para hacer el pedido. ¿En serio? ¿No me puedes tomar nota? Tranquilo, no te preocupes, ya me voy a mi casa, aparco sin molestar a nadie, ceno sin molestar a nadie y me abro una botella de vino porque hay mesas libres. Como diría mi querido primo Inaxio, ¡que pare el mundo que yo me bajo!
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