ba yo a comprar el pan, allá por 2018, cuando vi por primera vez en mi vida la palabra EDUSI en un cartel de la calle Manuel de Falla, en medio de un montón de carteles rasgados, rotos, sucios, etcétera, como suelen ser los carteles callejeros.

Me picó la curiosidad y me picó tanto que fui a buscar en internet y descubrí que se trataba de algo tan pretencioso y poco claro como: Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible Integrado de Milagrosa-Arrosadía. Y ¿eso de qué va? No se sabía ni de dónde venía ni a dónde iba.

Seguí investigando y descubrí la Erabaki: plataforma online para los preceptivos procesos participativos del Ayuntamiento de Pamplona. ¿En qué había que participar? ¿Quién podía participar? ¿Cómo podía participar? Más preguntas que respuestas. En mi afán participativo e investigador, fui a la Escuela de Participación del Ayuntamiento y expuse mis serias dudas sobre el proceso participativo. Descubrí que hasta habían elaborado una Guía de Evaluación de los procesos participativos y me pregunto si la habrán utilizado en todo este proceso de Milagrosa o en algún otro y por lo menos han aprendido algo, digo yo.

Continuando con el proceso: en la EDUSI se decidió (¿quién? ¿cómo?) que una de las acciones fuera encargar la redacción del PEAU (Plan Especial de Actuación Urbana) de Milagrosa, el que parece que va a ver la luz en 2022, y que está en fase de información pública, provocando una enorme contestación en el barrio.

El proceso participativo ha sido puramente retórico. Se trataba de cubrir el expediente. La información no ha llegado al barrio. En el Diagnóstico Social que se hizo para el PEAU, el 86% de la población adulta encuestada respondió “que no había oído hablar de la EDUSI”. Se ha obviado la brecha digital y otras muchas brechas que recorren el barrio de arriba a abajo y de derecha a izquierda. No se ha hecho un trabajo de dinamización y concienciación. El déficit de participación de la ciudadanía es impresionante en todos los niveles y nadie se mueve hasta que le pisan el callo. El callo en este caso ha sido, ni más ni menos, el que más duele, el más sensible en el barrio y en Navarra: el de la vivienda. No se ha hecho animación a la participación, ni pedagogía. En una sociedad tan individualista como la que vivimos, no se pueden plantear cambios tan bestiales sin antes haber hecho un trabajo con la comunidad y sobre todo con las personas más afectadas. La historia nos enseña el resultado de un montón de casos parecidos.

La participación en todo el proceso: foros de barrio, cuestionarios, aportaciones, etcétera, ha sido escasísima, pero eso solo tenía que haber sido un indicador de la necesidad de movilizar recursos para conseguir implicar a la población en la resolución de sus propios problemas. Habrían creado barrio y no nos encontraríamos ahora en la situación que estamos. A bien ser, la aprobación del PEAU debería haber sido un día de fiesta y alegría, de tirar cohetes, porque de una vez por todas el Ayuntamiento se había tomado en serio el barrio y no va a ser así.

La persona, la comunidad, son la base de cualquier plan municipal de desarrollo y en un plan urbanístico tampoco se pueden obviar. ¿Para qué hicieron el diagnóstico social?

La autora es vecina de la Milagrosa