Noticias que provienen de los organismos internacionales muestran su preocupación por el vacío de poder que se ha creado a consecuencia de la precipitada huida de los ejércitos que mantenían la presencia de Occidente en el corazón de Asia.

Los talibanes han luchado con armas elementales contra los poderosos ejércitos de EEUU y la OTAN y los han expulsado de Afganistán. No parecen de fiar, pues para ello han tenido que llevar a cabo una cruel guerra en la que han muerto miles de combatientes, tanto propios como los invasores y eso para los yankees es terrorismo. No lo han sido las diversas invasiones rusas o de la OTAN, con la valerosa participación de España. No desconfían de la legitimidad del gobierno de Marruecos, que incumple la celebración de un referéndum en el Sahara. Que en Myanmar un golpe militar está machacando a su población y nadie se interese por ellos. No consideran oportuno investigar la situación de Brasil donde su presidente, Bolsonaro, gobierna al margen de las leyes y tribunales y encarceló a Lula da Silva. No desconfiaron de Donald Trump en EEUU que ha contravenido todas las leyes y alentó la toma de la Casa Blanca por las masas.

En la propia UE, no les preocupan los gobiernos de Urban en Hungría o de Mateus Morawiecki en Polonia o las sentencias “a la carta” del Supremo de España. No les preocupa el desastre humanístico en Haití o el de los emigrantes que se ahogan en el Mediterráneo. Saben que en África, además de minerales estratégicos en el subsuelo que se las arrebatan los países de la UE y EEUU, hay personas que mueren de hambre, pero que son los que otorgan patente de legitimidad.