Sabemos que algunas de las veces cuando nos orbita en el cerebro el pensamiento de que somos de pueblo reducido, nos sentimos un poco disfrazados de la vergüenza de pertenecer a una comunidad de sombras. Donde entre el día y la noche se camuflan los espías del visillo, los eruditos de tertulia de portal de fresca chusquera veraniega y de deporte nacional de despelleje ajeno o cercano. A veces huele a mierda, y a veces la mierda se arrastra con el remolino de la envidia entre calleja y calleja, entre familias e inter-familia. Todos hemos estado en las catacumbas de la convivencia queriendo herir con el plutonio de la injuria y de la infamia para sembrar discordia y saciarnos con el elixir del placer de poder odiar por un momento y a coro, a algún ser humano que habita a menos de un kilómetro de nosotros. Pero yo me perdono y a vosotros “artajonicas” os amo. La unión que ha habido estos días en el pueblo por varias buenas causas nos hace dignos de ser la villa de honor del reparto de pinchos de corazón. Igual algún clandestino del tiempo eterno nos hipnotiza de bien y nos encamina solidariamente hacia la generosidad.Me envolvió de orgullo el apoyo a Santos, donde no se mira para otro lado, ni se tiñe con la tinta de calamar político morado, verde, azul, rojo o amarillado. La villa sabe en el pecho que lo que está mal está mal y duele, no hace falta ni explicarlo ni razonarlo. De noble villa no pertenece el villano, y para rematar el olimpo de mi “pueblopertenencia”, me ha tatuado la encina del alma el reto solidario de este fin de semana.Todo el mundo, aunque nos hayamos despellejado banalmente muchas veces, hemos sabido sacar del cuero las buenas obras y forjar una convivencia milenaria que viene cercada por murallas, pero donde se abre de par en par el portal de Remahua a seres como Ricardo Abad, Chuchín y la gente que ha venido a colaborar por Nerea. A veces somos reyes del pasatiempo coloquial y jeques de la habladuría, representantes momentáneos de la razón universal, pero cuando nos tocan las campanas pidiendo ayuda a los hijos de Artajona, siempre nos posicionamos en el lado que hay que estar, sin pensarlo y colaborando por el bienestar comunal, dejando en el puerto los resquicios de envidias náufragas, para remar hacia lo importante. Un aplauso para todos, os hago la ola digital.