Alguien afirmó que el cerebro es un paquete de ideas arrugadas que llevamos en la cabeza. Cuando alguien es incapaz de reírse de uno mismo, ha llegado el momento de que otros se rían de el. Los buenos modales son como el cero en aritmética, acaso no representan mucho por sí solos, pero pueden aumentar considerablemente el valor de todo lo demás. La mejor señal de ser bueno es ni temer ni deber, y la mayor de la maldad es ni temer ni pagar. Leer le hace al hombre completo, conversar le hace ágil, escribir le hace preciso. Quizás la primera reflexión sea así, pues de no estar arrugadas nuestras ideas, no caeríamos siempre en los mismos errores. Conviene que nos riamos de uno mismo para evitar que los demás se rían de ti. Por supuesto que los buenos modales aumentan el valor de todo lo demás. Se atribuye a Quevedo que para ser buenos, sobre todo hemos de pagar las deudas. Que leer y conversar es muy importante, y el escribir nos da precisión, si bien no hay obra que no se vuelva contra su autor.