Soy madre de una niña que estudia en el colegio público Patxi Larrainzar y, tras el periodo de votación respecto a la implantación en el centro de la jornada continua, recibí el miércoles 1 de diciembre los resultados. Un total de 228 familias hemos votado que sí a que el centro disfrute de jornada continua, un total de 128 familias han votado no y optan por mantener la jornada partida. Conclusión: la jornada partida cotinuará en la escuela por elección de las familias. ¿Alguien lo entiende? Esta incongruencia se justifica en que los votos afirmativos deben suponer al menos el 60% del total, ¿del total de emitidos? No, del total del censo escolar. Es decir, con una participación del 90% de las familias, se suma un 10% de votos al grupo del no (votos de personas que, por el motivo que fuere, decidieron no emitir su voto).Esta retorcida suerte de requisitos aleja las votaciones de cualquier parámetro democrático y deja a la escuela Patxi Larrainzar con un 57,72 % de familias que apuestan por la jornada continua. Insisto, respecto al total del censo de la escuela, del número total de alumnos y alumnas del centro. (Si hablásemos del 90% que decició votar, los votos positivos superan el 60% requerido). Conclusión: es una opción perdedora, las familias de Patxi Larrainzar no quieren el cambio, insisto ¿alguien lo entiende?Me siento absolutamente frustrada, formo parte del grupo mayoritario de la escuela, el grupo que anhela la jornada continua pero voy a tener que dejar, a partir del próximo curso, a mi hija en el servicio despertador a las 7.45 horas de la mañana para recogerla a las 16.30 horas de la tarde. Ya lo he calculado, 8 horas y 45 minutos en la escuela, se dice pronto, ¡qué duro! (más que una jornada laboral). Desde estas líneas busco una respuesta ¿cómo se justifica un sistema de votación tan irracional, tan carente de sentido? En serio, busco una respuesta, pero de camino valoro la presentación de una queja ante el Departamento de Educación. ¿Alguien lo entiende?