Cuando en menos de un mes me propongo escribir dos veces ensalzando las virtudes de dos personas a las que quiero y a las que de muy diferentes maneras se les ataca injustamente, me da para pensar que esta pandemia no está cubriendo las expectativas que creíamos.Pero me voy a centrar en lo bonito. En este caso, me voy a centrar en ese primer contacto que se tiene cuando llegas por primera vez al centro en el que decides inscribir a tus hijos. En nuestro caso el centro elegido fue Ezkaba de Ansoáin. Después del largo recorrido solo puedo conservar buenos recuerdos de tod@s l@s que por un motivo u otro estuvieron implicados en él (profesores, direcciones, apyma y un largo etc). Y hoy quiero recordar con especial cariño a la conserjería.En dicho espacio he visto niñ@s felices de ser elegid@s para bajar a hacer fotocopias, a sabiendas de que algo bueno iban a sacar en forma de aprendizaje, o en forma de cariño. Niñ@s con heridas recibiendo la tirita mas amorosa que podían recibir. Esa que lo cura todo y hace que el escozor se olvide de golpe.He visto trabajo, esfuerzo dedicación. Y sobretodo ayuda a cada uno de los que allí acudíamos en su busca.He visto preparar trabajo, pero también fiestas como Olentzero, disfraces, espacios llenos de ilusión. Esa que tanto bien les hace a los niños. Y hoy comentando con nuestros hij@s lo sucedido ayer el consenso era claro. Tal como hoy dice y defiende mucha gente en nuestro pueblo y en esa comunidad que es Ezkaba, en esa conserjería solo se hablaba un idioma: “el del amor”.