La reforma laboral ha salido adelante por una votación más ajustada de lo que se esperaba (175 a 174 votos). Esto va a traer más cola que el Benidorm Fest. ¿Qué ha ocurrido? Que el PP quería hacer un tamayazo al gobierno, y, para ello, se confabuló con UPN para que sus dos diputados (que el día anterior iban a votar a favor de la reforma), cambiaran su voto justo antes de la votación, y así Pedro Sánchez no hubiera tenido tiempo de buscar nuevos socios. Ese juego sucio e infantil ya lo han hecho más veces. Pero ¡vaya! Llamémoslo karma o justicia divina: un diputado del PP, el señor Alberto Casero, en una torpeza se confunde de botón y al final sale la reforma por un solo voto y mete un gol en propia meta a su partido. El PP, en rueda de prensa, dice que hubo un error informático. ¿Ahora van a echar la culpa al pobre informático? Si pulsas el botón incorrecto, mala suerte, pero no eches la culpa al empedrado. El karma le devolvió la jugada a Pablo Casado como un boomerang. Y si la confabulación entre PP y UPN no fuera cierta... ¿por qué los diputados de Vox y PP aplauden al terminar la votación creyendo que habían ganado ellos? Porque lo sabían de antemano (aunque no contaban con un torpe). Por lo tanto, que no nos cuenten más milongas. Y si están indignados porque aún jugando sucio no han conseguido la victoria... ¡A llorar a la calle de la llorería!