No está bien hacer leña del árbol caído, pero tampoco aupar a los altares a quien no se lo merece. Hablo del Casado político, su dimensión humana la desconozco. Ahora que lo echan en diferido, ¿convertimos a Casado en un cordero? No podemos encumbrarlo por un discurso de despedida, que es un engaño más, plagado de mentiras y estereotipos, en el que hasta los aplausos de su bancada eran impostados.Oír hablar de respeto a las instituciones a quien las ha bloqueado por conveniencia, es de chiste. Oír hablar de interés general e igualdad a quien pretendía gobernar para los acaudalados y se mofó del feminismo, es de traca. Oír hablar de consideración con el adversario a quien ha echado por su boca sapos y culebras para denostar a su rival crispando la convivencia política, es, cuando menos, cínico. Y ver a su grupo parlamentario ponerse en pie a aplaudirlo, mientras le clavaban puñales en la espalda, es de una crueldad demoledora.Casado, atrincherado en su falso alegato final, se hace genio y figura.