No soy de Pamplona, vaya por delante, pero de los lugares descubiertos en mis más de 25 años de adopción profesional, hay un espacio singular que siempre me llamó la atención. Por curioso, por atrevido y por diferente, lo que no es poco en esta tierra de escuetas concesiones a la innovación. Nunca he visto en un río urbano una pasarela parecida. Tan ligera y a la vez tan exigente: ese cruce en zigzag, tan cercano al agua y esos escalones en el centro que disuaden a quien no maneja bien el miedo, el equilibrio y el vértigo. Y dicen que antes se pasaba sobre unos pivotes anclados en el mismo río. Eso debieron pensar las mujeres que propusieron darle a la pasarela el nombre de Remigia Echarren, ese nombre de mujer atrevida, conocida como Mademoiselle Agustini. Funambulista, nacida en 1853 y vecina de la Navarrería, deleitaba a pamplonesas y pamploneses con sus atrevidos espectáculos cruzando sobre una maroma la Plaza de Toros, la Plaza del Castillo o en sus mejores hazañas, el río Arga, “como una reina”. Quede su nombre para el recuerdo de quien, sin arneses, ni gimnasios ni rocódromos, supo ocupar su espacio de mujer audaz, capaz de cruzar el río desde muy alto rompiendo con normas establecidas y siendo inspiración asombrada de poetas, periodistas y escritores de la época. Se ha colocado una señal con su nombre junto a la pasarela del río en reconocimiento a su audacia y valentía y en recuerdo de su elegante porte al cruzar el río sobre una maroma sin más apoyo que sus zapatos de mimbre. De todas las calles que llevan nombre de mujer en Pamplona -pocas todavía para equilibrar la memoria- nunca pensé en cómo lo vivirían ellas, qué pensarían de su calle o de su plaza. En esta ocasión, he imaginado con claridad la sonrisa satisfecha de Doña Remigia Echarren, Mademoiselle Agustini, al ver que le adjudicaban, no una calle, que ya la tiene en Pamplona, sino una pasarela estrecha y exigente que pide a quienes la cruzan, vencer el miedo y el vértigo. Acertado nombre para esta pasarela curiosa. Espero que sea verdad que su historia se recuerde y se comparta, cada vez que el miedo valiente acompañe a quienes atraviesan el río por su pasarela. Y que sea verdad también, que el sitio elegido en su memoria sea el que a ella más le hubiera gustado.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
