Lo último que me hubiera gustado sería tener que escribir esta carta, pero mis sentimientos de dolor, rabia y decepción me obligan a hacerlo.

Hace 11 años fui a la Asociación EM con un duro diagnóstico de esclerosis múltiple y siendo madre de dos niños. Me recibieron dos personas (psicóloga y gerente) cuya identidad no voy a desvelar por respeto. Eran amables y con una gran capacidad de escucha y empatía. Once años después me encuentro pasando un duelo por la muerte de un ser querido. Añadido a mi enfermedad, las visitas a mi psicóloga eran más frecuentes. En la última cita, la sorpresa que me encuentro es que no me puede recibir porque está suspendida de empleo y sueldo junto con el gerente, cuyos motivos desconozco, porque a los socios no se nos ha comunicado nada por parte de la nueva junta directiva. He perdido dos grandes apoyos en esta asociación y por supuesto han sido dos grandes pilares durante 15 años para la misma.

Desde aquí quiero pedir a la junta directiva que reconsidere la decisión que ha tomado y dé explicaciones de tan drástica decisión, sin informar a todos los socios, porque a muchos compañeros y a mí nos daría una gran satisfacción que vuelva a replantearse esta postura, ya que no vemos motivos aparentes para semejante proceder sin dar explicaciones. Quiero expresar mi gratitud y admiración a estas dos personas y ojalá les vaya muy bien (dentro o fuera de la asociación). Espero que cuando nos volvamos a ver me comuniquen buenas noticias, porque de malas estoy llena.

La autora es Socia y afectada de EM.