La osadía e ignorancia de Sánchez es un peligro pues, descontrolado, tiene afán de protagonismo. Decía un político en la República que África era nuestro Gólgota. Ahora es el cambio de estrategia con Marruecos. Va sin el respaldo del Congreso a visitar al sátrapa alauita para consumar la traición y traspasarle el Sáhara. Los tertulianos del pesebre han celebrado la deferencia por invitarle a cenar en familia. Parece estar asesorado por militares africanistas que van a hacer carrera a África matando moros. Albares, más que diplomático es el pedante que pretende guardar las formas exclusivamente. Sánchez ha sucumbido ante la tradicional presión de los yankis y el oportunismo de Francia para evitar que el Polisario celebre un referéndum de autodeterminación que la Corte Internacional de Justicia en octubre de 1975 declaró que "no había vínculos de soberanía territorial con ninguno de los pretendientes". El derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui está legitimado por organismos internacionales, por lo que España se coloca al margen del derecho y va a escuchar cantares en los foros mundiales. Es un error el pensar que España va a sacar provecho de esta merienda de negros para explotar la riqueza del Sáhara. Argelia ya ha anunciado que el gesto de España es hostil, no hay que olvidar que si no le afecta el gas ruso que con tanto orgullo alardeó, pues "teníamos asegurado el de Argelia", ahora no nos llega la camisa al cuello esperando represalias. Anuncian que subirán el precio. La ministra del ramo reza para que no sea muy fuerte. Sánchez se va a encontrar en casa a Podemos, que discrepa del rumbo que ha dado al Sáhara y habrá que ver si tiene un plan B para ese y los demás marrones que le asfixian: inflación, luz, combustibles, Ucrania, monarquía, Catalunya, Euskal Herria, Nuñez Feijóo; los datos macroeconómicos reales son sombríos y la extrema derecha llamando a la puerta. "Pedro: guárdate de las compañías y asesores malos."