Aquí estamos, otra vez, muy a mi pesar. Y digo muy a mi pesar porque, aunque es cierto que estoy orgullosa de luchar por este ciclo y por los derechos de la infancia, y hay fuerzas para esto y mucho más, no es menos cierto que resulta agotador. Defender y reclamar cuestiones tan obvias con argumentación teórica, económica, ética, pedagógica (ya poco o nada queda por justificar), que además requieren únicamente de voluntad política, y no conseguir que se atiendan nuestras peticiones... Es muy triste.

No hace falta mucho esfuerzo, ni tanto debate, ni tanto politiqueo, ni tan siquiera mucho dinero. Escuchamos todos los días cómo hacen inversiones millonarias en infraestructuras desproporcionadas que nada tienen que ver con el lado más humano de la vida, en el que creo yo que se debiera invertir.

En la coyuntura actual de baja natalidad y dinero que llega de Europa para nuevas escuelas, no entiendo la resistencia que muestran a la bajada de ratio, parece que mantener la ratio sea una opción política y ética, que su estrategia es que la educación no sea de calidad, tal y como yo entiendo el término calidad. Es como si la estrategia estuviera orientada a educar en la disciplina, en la sumisión, en la obediencia, en educar seres iguales, sin criterio, que no piensen mucho y no tengan criterio propio para tomar decisiones, no vaya a ser que se rebelen ante este sistema corrupto.

Personalmente, no quiero eso. Quisiera educar personas autónomas, libres, con criterio personal, que tomen decisiones propias, teniendo siempre en cuenta que viven en comunidad, que es lo que es la escuela, una comunidad. Y para eso sabemos que nuestra labor es cuidar y acompañar el juego libre, pero acompañar de manera adecuada las relaciones, los conflictos y las situaciones que se dan en libertad, con esta ratio, es prácticamente imposible.

Pero los políticos y directivos de Educación no hablan de todo esto, es más, su narcisismo hace que aparezcan en los medios como víctimas de una revolución desproporcionada, la de las escuelas infantiles, como si fuera algo personal o contra el partido que gobierna, venga ya, no nos creemos ni una palabra. Sepan señoras y señores de las instituciones, que esto no va de partidos políticos ni de campañas electorales, que esto es mucho más profundo, un poquito de seriedad, por favor.

Por mi parte, aquí seguiré, en el frente, lucharemos como prioridad porque los presupuestos recojan el dinero suficiente para bajar la ratio y dignificar los salarios ya, no el año que viene o en la próxima legislatura, porque eso sería dejar todo colgando, otra vez, como siempre.

No vamos a abandonar la lucha, seguiremos poniendo voz a esas personas de 0 a 3 años que son el futuro de nuestra sociedad, con la ilusión y la esperanza de que alguna de las personas que se mueve por las altas esferas tome las riendas de verdad y mire un poquito más allá de su ombligo.