Nunca es fácil estar en las instituciones y ser coherente, fiel y leal a la ideología transformadora hacia el socialismo, lo sé por propia experiencia. 

No defiendo ni practico los purismos, ni los dogmas, pero tampoco la transversalidad interclasista, individualista y negadora de la lucha de clases con la nueva realidad edulcorada que empapa casi todo el campo de lucha política. 

Que personas u organizaciones políticas referenciales a nivel institucional, en este caso de la izquierda abertzale, blanqueen o conviertan en socialverde un modelo de negocio de un país capitalista, miembro de la OTAN aunque no pertenece a la UE, que especula en los mercados internacionales buscando la máxima "rentabilidad" en sus inversiones, sean éstas en el negocio de las energías renovables, las armas o la industria farmacéutica por poner sólo algunos ejemplos, entre otras, es que, o la socialdemocracia a la escandinava es la ideología de cabecera de estas personas y organizaciones, o directamente se han pasado con armas y bagajes al capitalismo verde, que es lo mismo.

Dentro del capitalismo del color que sea no hay alternativas a las diferentes crisis que tenemos a nivel mundial, empezando por la crisis de hegemonía ideológica y de valores alternativos al mismo que padecemos desde hace tiempo. Si solamente estamos para hacer otra gestión frente a la que hacen los actuales gobiernos basada en guiños y poses y no contamos y explicamos a la sociedad, a la mayoría social que es la clase trabajadora, la cruda, jodida y peligrosa dinámica y realidad, tanto en lo referido al sector energético, el llamado cambio climático y el recorte de derechos y libertades que padecemos, facilitaremos que la extrema derecha y el ecofascismo entren hasta la médula misma de los valores y el pensamiento de la mayoría, arrastrando a dinámicas convenientemente blanqueadas por los llamados medios de comunicación, incluso en organizaciones progresistas y "alternativas". 

A estos capataces del capital que tenemos al frente de los gobiernos autonómicos, estatales y europeos no podemos ni debemos sustituirlos con opciones de alternancia sino con alternativas de confrontación de carácter nacional y de clase. Las recientes elecciones en Suecia son el último y claro ejemplo de lo que digo. No es mejor la opción de una empresa pública de Noruega que las de empresas como Iberdrola y Repsol, en el tema energético y las renovables. Son vías de negocio diferentes de un mismo modelo de mercado. Tenemos alternativas a lo que nos quieren "vender" pero probablemente no son rentables ni electoral ni económicamente.

Sin una reducción y eliminación de consumos y el despilfarro energéticos, vinculadas a una planificación democrática del modelo con la consiguiente toma de conciencia de los límites físicos que debemos imponer y un reparto de la riqueza, el trabajo, los cuidados, la reducción, el decrecimiento en occidente, el cambio y transformación de nuestro modelo de vida y económico, la socializacion y estatalizacion de los medios de producción, transporte, comercialización y mantenimiento de la energía necesaria para una calidad de vida mínima para todas las personas, no hay ni solución ni futuro. Tenemos, a partir de aquí, que profundizar y colectivizar esas alternativas, construyendo un nuevo Comunal donde la energía, la alimentación y la decisión popular alcancen las soberanías correspondientes para ser personas, clase y naciones más libres. Ni de París viene la cigüeña, ni de Oslo las soluciones energéticas en el campo de las renovables aunque nos lo cuenten en euskera y participando de sus migajas accionariales.