Tengo la suerte de vivir en un colegio mayor que ofrece actividades culturales, más allá de proporcionar un buen alojamiento y alimentación. Los jueves por la noche tenemos un plan en el que podemos invitar a amigos. Se trata de una cena sencilla, de bocatas, en la sala de estar, y después un coloquio con un invitado. Intentamos que haya diversidad, para que sea atrayente para todos. 

El pasado jueves invité a Lucas Torró, mediocentro de Osasuna. Conozco a sus padres y algunos de sus hermanos, puesto que estudié la carrera y trabajé junto a uno de ellos, Mateo. Allí forjamos una profunda amistad que continúa viva a pesar de la lejanía. Por esa razón, he seguido la trayectoria de Lucas muy de cerca, como si fuera la de alguien de mi familia. La tertulia fue mucho más numerosa de lo habitual: había chicos de secundaria y bachillerato emocionados por conocer a su ídolo y, de paso, hacerse una foto con él; y varios universitarios interesados en el mundo del fútbol desde dentro. 

Después de la presentación de cortesía y agradecer su presencia, empezó el turno de preguntas. Enseguida se creó un clima de confianza en el que los chicos no paraban de manifestar abiertamente sus inquietudes. ¿Cuáles son tus puntos de mejora para este año? ¿Quién es tu mejor amigo en el equipo? ¿Por qué juegas con la camiseta por dentro? El coloquio se fue animando y, entre broma y broma, Lucas respondía de forma breve y concisa, pero sin dar largas a las cuestiones de los asistentes.

Al terminar, acerqué a algunos de estos chicos a sus casas. Todos coincidían en lo mismo: "¡Qué majo es Lucas! ¡Qué chaval más normal!". Lo que más les llamó la atención no fueron sus anécdotas con Zidane en la etapa en el Madrid, ni su primer partido oficial en Alemania contra el Bayern, sino la extraordinaria sencillez y normalidad que transmitía. De alguna manera, con sus palabras nos quería decir que "todos podemos ser Lucas Torró". La clave de su vida consiste en dar gracias por haber tenido la oportunidad y trabajar como un toro para no dejarla escapar. 

Creo que se autodefinió ante la pregunta sobre sus sueños para los próximos años. Sorprendentemente, no respondió ser convocado por la selección o propuesto como capitán, sino seguir jugando en Primera división; continuar feliz en Osasuna, como hasta ahora. No tiró de tópico. En sus gestos, en su voz, en sus palabras, se mostraba autenticidad.

Así que, rojillos, tenemos Lucas por muchos años. Un tipo extraordinariamente normal.