Ocurrió el 24 de diciembre de 1922, viernes. Encendí la televisión y apareció ETB, la televisión vasca, que dicen en la Ribera de Navarra. Una hermosa muchacha con su arpa apareció en un claustro gótico, creo que la catedral, y cuál fue la sorpresa que las primeras notas que sonaron fue el rasgueo de una jota, que sonó en la caja de resonancia del claustro mejor que en una guitarra. Sorprendido, porque esperaba un concierto clásico, me paré a escuchar. Arrancó con una jota navarra en euskera y ya me quedé tieso de belleza y emoción. Fue como la Mano de Irulegi clavada en la puerta del palacio, pero a lo bestia. Estoy buscando el potcast de ese día, en la vasca, que dicen en mi pueblo, para invitar a esa chica y su grupo a tocar y cantar por toda Navarra con el arpa que me dejó descompuesto. A ver si me recupero.