Ratios altos, burocracia, escaso número de horas de formación, reducción de recursos para atender las necesidades del alumnado, ¿esta es la inclusión? Es complicado pensar que ante la patología que viven niños de 6 años (diabetes), el Departamento de Educación sólo tenga un simple papel colgado en su página web, en el que se especifica el protocolo a seguir, pero no aporta recursos para llevarlo a cabo. Por lo tanto, queda en manos de la voluntad del profesorado garantizar las necesidades de este alumnado. Si se está dispuesto a firmar un documento con el consentimiento de las familias y tras una pequeña formación, la tutora u otro personal de la escuela puede realizar los cuidados necesarios referentes a su salud que necesite el alumnado. Cuestión de voluntad.

¿Cuál es la otra opción? En la mayoría de los casos delegar en la madre de estos niños. Como es sabido en esta sociedad patriarcal dejar el trabajo y encargarse del cuidado de los niños y niñas suele corresponder a la mujer. Mientras tanto, la escuela no dispone ni de una sola hora de recursos personales para satisfacer estas necesidades, por lo que de nuevo la buena voluntad del equipo directivo hace que se utilicen para ello recursos destinados a otras necesidades, reduciendo así los destinados a estas últimas.

Cálculo: atendemos, cuidamos y educamos a 24 alumnas y alumnos (con sus múltiples necesidades) y todos los días antes del recreo y la comida necesitamos dos profesoras en clase, si queremos atender al alumnado mientras ponemos insulina. A ello hay que añadir la coordinación con las familias que tanto apreciamos en el día a día, la gestión diaria de todas las herramientas necesarias, la coordinación con el comedor y, por supuesto, en nuestro horario no se contemplan estas funciones y evidentemente, en nuestro salario tampoco se contempla el riesgo biológico, cuestión de voluntad.

Nos hemos convertido en profesoras, terapeutas, enfermeras, cuidadoras atendiendo como podemos las necesidades de nuestro alumnado. ¡Y hasta que ocurra algo grave, todo depende de nuestra voluntad! ¿Saben qué es lo más bonito? Que la escuela pública no tiene ninguna posibilidad de tener el servicio de una enfermera, por lo que la única posibilidad de garantizar el derecho a la educación de estos niños sería que un miembro de la familia dejara el trabajo, la voluntad del profesorado o ir a la escuela concertada. La educación concertada que pagamos con dinero público tiene la oportunidad de poder contratar a una enfermera con sus cuotas, y en cambio, nosotras sin recursos.

¡Menos mal que nuestras familias defienden y apuestan por la escuela pública! ¡Estamos enfadadas, cansadas, cargadas, queremos una educación de calidad que garantice el derecho de todas, dejando a un lado la voluntad! ¡Necesitamos enfermeras derivadas de los centros de salud en las escuelas!

¡El descenso de ratios, la formación de un cuerpo único, la inversión en educación pública del 6% del PIB la necesitamos ya! ¡Estamos hartas de eslóganes sobre la inclusión, la igualdad y la equidad! ¡La educación de calidad no depende de nuestra voluntad! ¡Las consejerías de Educación y Sanidad deben garantizar los recursos asegurando el derecho a la educación de todo el alumnado! ¡Necesitamos enfermeras en las escuelas ahora!

La autora es tutora de 1º de Primaria