No hace tanto, apenas 15 años, que celebramos el 2 de abril como Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo. Tres lustros en los que hemos avanzado en conocimiento, aceptación, sensibilidad e inclusión de las personas con trastornos del espectro autista. Un tiempo, en el que, visibilizando su realidad y la de sus familias, a la sociedad le empieza a sonar términos como el de neurodivergencia. Concepto que acuñó la socióloga autista Judy Singer en el año 98.

Tecnicismos aparte, la inclusión va de aceptar la diversidad. De asumir el hecho de que la sociedad la formamos personas diferentes con distintas capacidades y características. Y mirar más allá, y saber reconocer lo que aporta cada quién desde su condición, desde su situación y desde su ser.

Precisamente de contribuciones va el mensaje que la Organización de Naciones Unidas proponía para este 2 de abril: Las que hacen las personas con autismo en el hogar, en el trabajo, en las artes y en la elaboración de políticas.

Y es que, está claro que el mundo se enriquece gracias a la diversidad. El alumnado de los centros escolares, las empresas públicas y privadas… si me permiten el guiño a la oscarizada película: “todo a la vez y en todas partes”. La teoría es fácil y sobre el papel está hecho: mismos derechos, políticas inclusivas, más accesibilidad… pero la realidad es que las personas con autismo, siguen enfrentándose a la discriminación y a otros retos. Y es que hoy en día, siguen faltándoles oportunidades reales, sobre todo en el mundo laboral.

El movimiento Autismo España nos propone este año el lema “Llamémoslo por su nombre”. Y con ello busca visibilizar y concienciar para promover la participación y la igualdad de oportunidades de las personas con autismo y sus familias. Y de nuevo, tenemos que aprovechar esta fecha señalada para incidir en la variabilidad dentro del espectro del autismo. Aunque las personas autistas comparten el mismo diagnóstico, cada una de ellas es diferente a las demás y tiene sus propias capacidades, necesidades e intereses. Hablamos de personas diversas, específicas y singulares. Por eso precisan de unos apoyos individualizados y especializados que se ajusten a cada etapa de su ciclo vital para promover su participación social en igualdad de condiciones.?

Hay un proverbio que dice que hacen falta muchas flores diferentes para hacer un ramo. Ojalá sepamos apreciar cada vez más la diversidad que nos ofrece el mundo.

*El autor es presidente de ANFAS, Asociación navarra en favor de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo y sus familias