Se ha dicho estos días que incluso universitarios desconocen el horror del 36 en Navarra, no me extraña por el silencio de los muchos años de franquismo. Pues sí, sin haber guerra en nuestra tierra se asesinó a 3.500 personas, más en la Ribera que en el Norte. La mayoría hombres jóvenes, muchos menores de edad. También, menos, fueron mujeres, como por ejemplo Maravillas Lamberto en Larraga, violada repetidamente en el ayuntamiento y asesinada con su padre a los 14 años; fue el 15 de agosto de ese año y lo hicieron rápido los asesinos porque era fiesta y “tenían que llegar a Larraga para misa de 12”. Pero las madres y esposas de los sesinados sufrieron lo indecible en sus pueblos y algunas tuvieron que emigrar. Fueron asesinados principalmente por pertenecer a partidos o sindicatos que defendían al pueblo. Ni un solo asesino fue juzgado aunque los conocía todo el mundo. Los familiares no pueden llevarles flores a muchos de ellos porque no saben dónde están enterrados. Todo con la bendición y muchas veces complicidad de la Iglesia, con rarísimas excepciones como el lumbierino Marino Ayerra, párroco de Alsasua, que escribió “No me avergoncé del Evangelio”. Me limito a tocar algún tema. Parece imposible pero sucedió. Hoy muchas familias siguen sufriendo.