En nuestras charlas diarias disertamos sobre nuestras ocupaciones, sobre actualidad, sobre lo que escapa a la compresión del mundo, sobre nuestras vidas, etcétera.
Salen a la luz temas como la pelea por el relato, por restaurar la verdad, por los liderazgos políticos, sociales, tanto si son de alta responsabilidad como si son de ámbito local.
Los hay quienes sin escrúpulos crean erróneas interpretaciones de nuestra realidad histórica. Por eso hay que sostener que no es la verdad sino la falta de ética lo que polariza y radicaliza a la gente de a pie, que tiene que soportar biografías narcisistas plagadas de ocultaciones calculadas que reivindican con rencor cuando la ocasión se presenta propicia y aupados por costaleros fanáticos y, por consiguiente, ciegos, ajustes de cuentas mediante el robo a todo un pueblo de parte de su historia.
Ante este panorama que todos vivimos a nuestra manera, defenderse es un deber. Plantar cara al acoso a la verdad es un compromiso que nos llena de vida. De vida y de paz.
Reflexiones de jubilados durante sus paseos terapéuticos: chutes de energía positiva.