Al conocer la información emitida por el Informe Pisa, nos enteramos de que los estudiantes españoles, a punto de terminar la educación obligatoria, han obtenido unos resultados poco deseados. Indudablemente la pandemia y el confinamiento de 2020 han tenido algo que ver.

Sin embargo, existen otras variables, que pueden ser controladas, cuya incidencia no es banal en el aprendizaje de los jóvenes. 

La exposición excesiva a las pantallas y el abuso de la tecnología están teniendo su repercusión en la capacidad para fijar y mantener la atención en la tarea, lo cual redunda negativamente en el proceso de aprendizaje. Por otro lado, la pobre adquisición del hábito lector entre niños y adolescentes está causando un deterioro en el uso de la lengua, que afecta notablemente al aprendizaje y su calidad. No sería de recibo olvidar la crisis que está experimentando el valor del esfuerzo como motor para alcanzar las metas propuestas. A nadie se le escapa que se trata de un fenómeno multivariante, que corresponderá analizar a otras esferas.

No obstante, como sociedad algo nos concierne en este asunto, por lo que deberíamos poner manos a la obra con la menor dilación.