Después de la sorpresa, pues según el dicho perro no come perro, la distribuidora francesa ha decidido no vender sus productos en sus supermercados en Francia, Italia, España y Bélgica por su “inaceptable” subida de precios. Es una medida revolucionaria, pues el sistema siempre trata de que el vendedor cobre los precios más elevados que le produzca los máximos beneficios y el comprador compre a los precios menores, pero que en la cadena de valor que compone los precios, que uno de los eslabones principales, como son las grandes superficies, se enfrente con otros en defensa de los intereses de los consumidores rompe la regla sacrosanta del máximo beneficio, la base del sistema capitalista.

Resultaría insólito, y si se produjera el efecto contagio en otras grandes cadenas de productos esenciales, por ejemplo las energéticas, decidieran reducir sus tarifas en beneficio de sus clientes, ricos o pobres, se provocarían efectos dignos de investigar que pondrían en cuestión los fundamentos del sistema económico. Si los impuestos son fijados con criterios de justicia y equidad y se olvida el afán de recaudación que gravan con mayor presión a quienes no pueden eludirlos porque se los retiene el pagador, y en cambio permite a los poderosos interpretar las leyes fiscales asesorados por expertos.

Ante esa hipótesis, y siguiendo ese razonamiento, nos encontraríamos que las haciendas ayuden a los contribuyentes para que paguen según la interpretación moralmente justa de las leyes fiscales y, consecuentemente, la recaudación descendiera, tendríamos que eliminar de los presupuestos las partidas superfluas, como el gasto militar o del orden público que exigen la reducción de partidas dedicadas a colectivos que necesitan apoyos públicos o servicios esenciales, como la enseñanza, la sanidad o las pensiones. Quizá nos encaminamos hacia el final del sistema capitalista sin ser conscientes y al inicio de un sistema social justo que beneficie a la mayoría de la humanidad. “Las sociedades progresan gracias a quienes rompen las reglas”. Nell Leyson.