Acabo de leer un libro titulado El Bacalao del estadounidense Mark Kurlanski; fue superventas internacional y traducido a 15 idiomas en el 2021. Cuenta todo lo que puede decirse del bacalao, pero me interesa lo que escribe de Euskalerria al hablar de los arrantzales vascos. Comienza diciendo que el bacalao “habla vascuence” según un cuento vasco. Entresaco sólo algunas de sus afirmaciones. Para él el pueblo vasco es un pueblo enigmático que habita en cuatro provincias españolas y tres francesas, tiene una lengua propia, quizás la más antigua de Europa, preindoeuropea como el finés y el húngaro. Habita un territorio de una belleza sobrecogedora, costumbres, cantos y deportes propios, como la pelota vasca. En la dictadura de Franco sólo se habló el vasco en la clandestinidad.

Un pueblo culto con muchas publicaciones al año en su lengua propia. Añade unos versos de Aresti: Nire aitaren etxea defenditu dut otxoren contra. Añade también que los vascos fueron capaces de llegar a América muchísimo antes que Colón y no para reclamar unas tierras sino para aprovechar el rico caladero de Terranova y que fueron bien recibidos por la tribu beothuk, quien por el contrario rechazó a los vikingos.

Hacia el año 1000 tenían los vascos, con el bacalao, un próspero comercio internacional, y más cuando la Iglesia pohibió la carne los viernes y durante toda la Cuaresma. Habla de las sidrerías vascas y hasta de la txapela. Y muchas cosas más de este pueblo, todo en positivo. Así nos han valorado tantos escritores, lingüistas y genetistas de fuera. Yo disculpo a los enemigos que tenemos dentro, por ejemplo los que desprecian el euskera, porque no son malos, son incultos.