No lo dice un visionario, es la opinión de un conocido periodista en una tertulia. Otro le responde que los políticos son la imagen de los pueblos que nacen y se forman en su seno. El primero lo niega, pues es un fraude saduceo para eludir las opiniones negativas de los pueblos que componen la España diversa. Afirma que a él Felipe Gonzalez no le representa, pues tiene en su curriculum el GAL y se ha convertido en el peor enemigo de Sánchez, ambos del PSOE. Rechaza a Aznar que convirtió a España en cómplice de Bush para arrasar a Irak en venganza por descubrir la fragilidad de los EEUU humillado por la destrucción de las Torres Gemelas.

Tampoco le representa Adolfo Suárez que se transfiguró del fascismo a la democracia sin peaje, sino con honor. “No quiero que me relacionen con Rodrigo Rato que predicaba una ética aprendida en algún manual de autoayuda, pero practicando la contraria. No entiendo a quienes votan a VOX y me alegro de que sus directivos fracasen, por higiene. Me humilla Feijóo porque defiende la ideología de los pueblos violentos y alardea de cultura, cuando va justito”. Otro afirma que prensa y televisión destruyen las bases históricas culturales de los pueblos de España, en contraste con la cultura enlatada actual.

Me ofenden los políticos españoles que dan imagen negativa en un mundo de incultos y corruptos cultivados en las cloacas del franquismo exaltando valores miserables. Me avergüenza la historia de la monarquía española casposa y superficial del Lazarillo de Tormes, de traiciones y guerras, establecida plácidamente en el Golfo Pérsico, financiada con fondos públicos por el gobierno que se declara republicano y que alardea sin fundamento de que la España de la Transición está entre las democracias más avanzadas.