Marcela baja la persiana de Librería Abárzuza definitivamente. Si no fuera porque se jubila seguiría al pie del cañón. Me consta que no ha sido fácil tomar la decisión porque ha sido feliz en su trabajo durante todos estos años. Pero llegado este momento de su vida se merece disponer de su tiempo y dedicarse a hacer todo lo que quiera o a no hacer nada. 

Marcela, que sepas que te vas pero te quedas. Los que frecuentamos Abarzuza Liburudenda nos vamos a acordar siempre de ti y de la librería en la que nos has hecho sentir como en casa, que nos acoge lo mismo para hacer un pedido, comprar la prensa del día o unos lápices de colores, elegir un libro o un regalico, o para echar una perorata con la excusa de que estamos de paso.

Rafael Rodríguez y Marcela Abárzuza, a las puertas de la librería papelería situada en la calle Santo Domingo del Casco Viejo pamplonés. Jon Urriza Guillen

Me viene muy mal que te jubiles y te voy a echar mucho de menos, tanto como me alegro por ti. Porque te mereces colgar los trastos, que ya va siendo hora desde que siendo una chavalica hacías los recados de la tienda durante el recreo.

Ten por seguro que cuando se escriban los Anales del Viejo Reino de estos tiempos se hablará de la librería de Santo Domingo que regentó durante años Marcela, la de los Abárzuza. Con Rafa y con Mari formaban un buen equipo dirán. Ya me gustaría a mí llegar así a la jubilación y dejar este buen sabor de boca entre la clientela.

Gracias por todo: gracias por las muchas facilidades y las nulas dificultades, pero sobre todo gracias por atendernos a tu manera: con una sonrisa franca y la mejor disposición.

Y yo, a partir de ahora, un poco más huérfana, una vez que suba la cuesta de Santo Domingo tendré que adentrarme en la ciudad, camino de la Estafeta, del Ensanche o acercarme a algún barrio en busca de otras librerías.

Marcela, Rafa y Mari, gracias por todo, un abrazo y hasta siempre / eskerrik asko, besarkada bat eta betirako izan dadila.

Una clienta