Vivimos una época convulsa atiborrada de defraudadores y corruptos. Dice el refranero que conviene estar ojo avizor y resulta, como mínimo curioso, lo que me está sucediendo si alguien no lo remedia. En medio de este maremágnum político social del "y tú más", la Hacienda Pública navarra parece tratar de rascar en cortijos de poca monta. Desde el Ayuntamiento de Noáin pretenden cobrarme el IBI de algo que, mientras no me demuestren lo contrario, acaso me gustaría tener, pero no tengo.

Dado que es una cantidad pequeña, lo que he hecho es no pagarlo. Pues, mal. Me han vuelto a enviar un documento como Providencia de Apremio con recargo de más del 30%. Si no quieres taza, tazón. Esta vez me he dirigido directamente al Ayuntamiento de Noáin (correo certificado, naturalmente) que me diga de qué bien inmueble se trata, pero ni por esas. Supongo que sigue existiendo el "silencio administrativo", que, según el saber popular, quiere decir: "podemos hacer lo que nos venga en gana". Perfecto.

Señores de la Administración Pública Navarra, no se compliquen la vida y de paso me la compliquen a mí. Es tan fácil como decirme cuál es el inmueble objeto del impuesto y no tengan ninguna duda de que lo pagaré como he venido pagando todos mis impuestos a lo largo de mi vida desde hace casi ochenta años.