Es vergonzoso que muchas personas diariamente acudamos a las bibliotecas y no encontremos un lugar para estudiar por la ausencia de plazas. Algo que se repite en todos los barrios de nuestra ciudad.
Se pretende que nos formemos, pero, aparte de los centros educativos, no se proporcionan lugares donde podamos estudiar.
Para ejemplificar este hecho no hace falta más que acercarse a la biblioteca central de nuestra ciudad un sábado a las 8.25, es decir, cinco minutos antes de su apertura y observar las inmensas colas comparables con un concierto multitudinario en el Navarra Arena.
Deberíamos seguir el ejemplo de otras ciudades, dígase Oviedo o Valencia, donde existen centros de estudio a los que los y las estudiantes pueden acceder a cualquier hora del día, ajustándose ellas y ellos mismos sus propios horarios, permitiendo en muchas ocasiones la preciada conciliación.
Los centros de estudio no necesitan una gran infraestructura y generan riqueza para nuestras ciudades. Una riqueza que parece no ser percibida por quienes nos representan, sino ya se habrían puesto manos a la obra hace mucho tiempo.