Así enunciaba Jorge Nagore su columna A la Contra del sábado 15 de junio.

Denunciaba una situación harto conocida por todos y todas de inmundicia y suciedad del Casco Viejo

Similares situaciones se reproducen a escala de barrios, pueblos, ríos, montes, salas de fiestas, centros docentes, parques, comunidades de vecinos, y en general en los espacios comunes, máxime en los que se desarrollan un tipo de actividades libres de normas. Si ya sería muy cuestionable que hubiera zonas francas, es imposible que en un mismo territorio confluyan actividades reguladas y actividades libres. El bien común está por encima de los intereses particulares, en este caso no pueden estar los intereses del turismo y la hostelería por encima de los del vecindario. Turismo sí, pero no a cualquier precio. Desarrollo económico sí, pero no a cualquier precio.

No es un fenómeno aislado que tenga una única solución y un único responsable de que esto ocurra o no ocurra. Somos responsables todas y cada una de las personas que componemos la comunidad. Es consecuencia del individualismo, la irresponsabilidad y la búsqueda del máximo beneficio. No se soluciona con más medidas restrictivas. Solo se solucionará con una educación cívica, una conciencia de pertenencia a la comunidad y una gestión participada de la misma, donde se pongan encima de la mesa los intereses de todos y todas. Los humanos somos seres sociables. No podemos sobrevivir individualmente. Sin el apoyo de la comunidad, morimos.