Contaminación, ruido y prisa, palabras que asociamos rápidamente a la ciudad. Aunque si hay algo vinculante con la vida urbana y que en el cotidiano puede sacarte de quicio, es no encontrar aparcamiento, hasta en el hospital hay que pagar para estacionar y recoger un análisis.

Antes era un lujo aparcar en aparcamientos privados y ahora es un lujo aparcar en la calle. La calle es pública, me pregunto en qué momento perdimos ese derecho. Siempre quedan las malditas rayas azules pintadas en lugares donde aparcabas sin problema. La ciudadanía ya pagamos impuestos de circulación en cada ayuntamiento, no sé a cuento de qué hay que pagar por estacionar en la calle. ¡Esto es un timo!

Me sorprende cómo asumimos resignadamente una realidad que nos agrede como la única posible. A lo mejor eres un afortunado o afortunada que tienes cochera y dinero y esta queja te parece que no va contigo; pero el resto de los mortales tendremos que esperar al nuevo mundo, cuando la riqueza esté repartida y los coches vuelen y no contaminen.