La txaranga tiene eso que el pueblo llano sabe hacer sin disimulo y con naturalidad: comer, beber, cantar y bailar.

Cuando le dan ocasión o sin ella critica a los y las que le mandan sin miramientos de los hechos que considera oportuno, como es el caso actual de la efímera alcaldesa que nos colocó el Partido Socialista y después la despeñó en beneficio del actual alcalde y la ciudad. 

Las pancartas son el periódico de cada año, que expresan con acierto lo que piensan y la realidad impone. Las peñas son el periódico sincero y sencillo que necesita cada año la ciudadanía. Entra y sale de los toros con algarabía y buen humor, con ajoarriero, magras con tomate y demás, comiendo de espaldas a los toros, si hace falta. Con la sariana de la peña puede disfrazarse de lo que quiera, después de unos tragos, can alcohol o sin alcohol: de arzobispo, de penitente, mendigo o notario y nadie le va a decir nada y echar unas risas con el que quiera. Esa es la fiesta de verdad, sin broncas, manoseos y otras bromas de mal gusto. Y si surge algún problema para llegar a las manos, la cuadrilla se volcará en ellos gritando “que se besen” y aquí paz y allá gloria. Bombos, trompetas, fagot, bombardino y violín, acordeón, maracas y lo que haga falta, el caso es crear armonía y buen humor. Felicidades. Zorionak.