Un periodista escribía recientemente que sentía vergüenza por la actuación descarada de algunos jueces estrella, pero que no le tranquilizaba que la ciudadanía en general considere que la mayoría cumplen con su deber.
Depende de lo que se considere “su deber”, pues su misión es administrar justicia, por tanto, incluiría denunciar a los que se extralimitan cuando emitan sentencias que son revocadas sistemáticamente por tribunales europeos, se muestran rebeldes y contrarios al espíritu de las leyes aplicando el “lawfare” a políticos o críticos de su influencia en la justicia. Lo sorprendente es que algunos jueces estrella emiten sentencias que deberían ser denunciadas de oficio, como ya se ha publicado, a Marlaska, García Castellón, Peinado, Aguirre, Marchena o Llarena entre otros y que nadie cumpla con su deber y ordene que sean investigados por quien conozca o sospeche algún indicio o duda fundada, que en tribunales europeos se consideraría motivo de denuncia.
Evidentemente debe ser fundada y huir de la dinámica vengativa conocida de los jueces españoles. Deberían ejecutarse con la misma diligencia con la que los jueces abren causa a cualquier ciudadano del que haya indicios de delito y no sólo en casos flagrantes de jueces que después de ser juzgados y condenados son indultados por su corporativismo, sobre todo en los altos cargos que son apoyados por políticos y que experimenta con rabia contenida la ciudadanía que considera que no existe sensación de impunidad mutua bien conocida en los tribunales europeos, muchos de ellos de gran difusión en la judicatura española.