El pasado 6 de agosto me encontré con algo inesperado en mis costumbres habituales. No me extenderé en los detalles. Lo más importante fue el susto que se llevó la familia, en especial, mi esposa.

Salí de casa, situada en Barásoain, a hacer la compra diaria entre las 10.30 y 11 de la mañana. Eran las 16.30 horas de la tarde cuando retorné al hogar. Estaba la Policía Foral en la puerta pensando que algo me había sucedido. Di las explicaciones oportunas, con lo cual se aclaró mi larga ausencia. 

He de felicitar a ambos agentes por el trato recibido y las sugerencias que me expusieron. Mi agradecimiento a ambos.