El sábado 24 de agosto regresábamos de la que sin ninguna duda vuelve a llevarse por goleada el premio a la mejor semana del año. De la mano de Anfas, hemos podido disfrutar de las vacaciones de verano de personas con discapacidad intelectual o del desarrollo en Comarruga, ejerciendo la figura de voluntarios.
Joselu, Iván, Gaizka, Maialen, Maider... todos y cada uno de los usuarios son una fuente de luz para los que hemos tenido la inmensa suerte de convivir con ellos durante siete días. Qué manera de vivir y de sentir, a pesar de las dificultades a las que se enfrentan día a día.
Sus sonrisas, su nobleza, su resiliencia... son una bocanada de esperanza frente a los principios superficiales sobre los que parece regirse nuestra sociedad hoy en día. Como claro ejemplo de ello, uno más entre los muchos vividos, nos comentaba una usuaria con significativa parálisis física pero plena capacidad mental que admiraba a la Pantoja. Sin embargo, se compadecía de ella porque, a pesar de la fama y dinero ostentados, no gozaba del cariño de sus hijos. Todo ello lo expresaba con la sonrisa que le caracteriza mientras la postrábamos con la ayuda de una grúa en la cama. Cuanto menos, invita a la reflexión.
Son tantas y buenas las lecciones aprendidas que se lleva uno a casa... Ojalá nuestra mirada, tiempo, dinero y afecto se destinasen más a estos referentes, que muchas veces quedan apartados y olvidados en nuestro modelo social. Que este escrito sirva para ello.
Por último, agradecer a Anfas y demás organizaciones su impecable labor a favor de la inclusión de los usuarios; a las familias por el enorme mérito que tienen; y a los voluntarios, en su mayoría jóvenes, por poner su granito de arena para que este mundo sea cada vez un poco más justo.
*El autor es voluntario de Anfas