En pocos días se cumplirá un año del ataque terrorista a Israel. Desde entonces, hemos asistido a un desastre para toda la Humanidad.
A estas alturas todos sabemos que una cosa es el derecho a la legítima defensa y, otra, la venganza por la fuerza. Una cosa es defender adecuadamente a tus compatriotas y, otra, castigar sin agua, luz y alimentos a la población civil que lo ha perdido todo.
Se cree que en la franja de Gaza ya han muerto unas 50.000 personas.
Si esto no fuera ya suficiente drama, pareciera últimamente que el orden internacional que nos habíamos dado esté volando por los aires con sus leyes e instituciones.
Pero mucha gente se sigue tranquilizando echando la culpa a los políticos, a los gobernantes, a las potencias….
¿Y dónde estamos tú y yo?, ¿Qué está haciendo con este drama la opinión pública de nuestro país?, ¿Dónde está la gente?, ¿Dónde están los jóvenes?
Si exceptuamos la movilización de algunas personas por la causa, debemos reconocer que la gran mayoría de nosotros nos hemos acostumbrado, estamos anestesiados ante el desastre, no queremos ver o miramos para otro lado.
Pero son demasiados niños, demasiados inocentes, demasiada venganza e injusticia como para quedarnos quietos. No tengamos duda de que si millones de personas saliéramos a las calles de nuestros países urgiendo una solución nuestros gobernantes actuarían de otro modo.
¡Pero no hay gente! Mientras, Gaza, Líbano, República Centroafricana o el Mediterráneo se desangran. Debemos despertar de nuestro letargo, salir de esa burbuja que nos separa de la realidad real. Urge que los ciudadanos alcemos la voz y tomemos partido en los asuntos de todos.
Podemos seguir así, pero, de muchas maneras, nuestras sociedades ya están empezando a pagar la factura.