Otro año que no saco mi bandera. Y ya van 32. No crean, no es que me sienta menos español que aquellos que sí la sacarán. Es porque mi identidad como español tendrá poco o nada que ver con aquellos que saldrán a las calles.

Para empezar, la efeméride que sirve de referencia para determinar que el 12 de octubre sea nuestro día nacional es ya un punto de partida polémico. Para continuar, en esa fiesta encontraré gente que celebra cosas muy diferentes a las que celebraría yo. ¿Y saben qué les digo? Paso de ser el rarito. Imagino que la gente que saldrá a celebrar no lo hará pensando en que nuestro país lleva 3 décadas líder en trasplante de órganos. Intuyo que tampoco lo harán pensando en nuestro sistema público de salud o educación, ni en sus profesionales. Creo que tampoco pensarán en nuestros esfuerzos por garantizar las pensiones o los derechos LGTBIQ+.

¿Qué es sentirse español hoy en día? Reflexionen. Imagino que habrá muchas maneras, pero de momento las maneras que más ruido hacen no son las mías. Y temo que los que hoy se sienten más españoles que nadie tiren al traste las razones que me llevan a sentirme, todavía, orgulloso de mi país.